Para
realizar las leches vegetales es necesario hablar primero sobre el activado de
las semillas, también llamado “el despertar de la semilla" que se realiza remojando en agua
por 8 a 12 horas las mismas antes de su consumo.
Esto tiene
como finalidad despertar la semilla de su estado de latencia, en el que la
misma absorbe agua y pone en marcha diferentes procesos que inactivan anti nutrientes
y generan vitaminas y enzimas nuevas. Otros beneficios de la activación son
mejorar la digestibilidad de las semillas, su textura, que sea más fácil
procesarlas y eliminar posibles restos de hongos.
Una vez
pasadas las 8/12 horas, esa agua se elimina ya que tiene anti nutrientes (es
ideal para regar las plantitas de nuestro hogar), y las semillas quedan listas
para consumir. Las que se pueden pelar, se pelan (como las avellanas y almendras).
Conviene
exceptuar de este proceso previo, al lino
y la chía a fin de evitar la
pérdida de sus saludables mucílagos. El mejor equilibrio para estas dos sería
moler las semillas, remojarlas unas horas y luego consumir estas semillas
(molidas y activadas), sin descartar el líquido utilizado.
Lo ideal
para la activación es utilizar un frasco de vidrio limpio; el plástico no es
aconsejado por higiene (estructura porosa) y porque pueden migrar compuestos
del plástico al agua.
¿Qué alimentos se activan?
Se activan
frutos oleaginosos (almendra, nuez, avellana, macadamia, castaña), maní,
cereales (trigo, avena, cebada, centeno), semillas más pequeñas (sésamo,
quínoa, amaranto, alfalfa, girasol), semillas con mucílago (chía y lino),
legumbres secas (lentejas, habas, arvejas, frejoles).
Es también
recomendable usar el proceso de activación en frutas, hortalizas y algas
marinas deshidratadas; basta sumergirlas, previo enjuague, durante media ó una
hora en agua tibia. Dado que no hay anti nutrientes en el proceso (ya que no
son semillas) esta agua puede consumirse o utilizarse en otras preparaciones.
Volviendo a
las leches es aconsejable usar una licuadora de potencia con buen filo de
cuchillas y alta velocidad a fin de procesar la mezcla el tiempo suficiente y
necesario para desmenuzar adecuadamente la semilla y permitir la máxima transferencia
de nutrientes al agua. También puede usarse un mezclador de mano (mixer) o una
licuadora convencional.
La cantidad
de agua y la técnica a utilizar depende de aquello que deseamos a nivel de
sabor y textura. Hay quienes trabajan con poca agua, para ello se licua un
puñado de almendras peladas con el agua suficiente para un correcto
procesamiento, obteniendo una leche espesa. Otros preferirán utilizar una mayor
cantidad de agua, para una leche más ligera. Luego se filtra el licuado con
auxilio de un lienzo, estrujando a fondo para extraer todo el líquido posible,
siendo las últimas gotas las más importantes.
Aquello que
nos quedó en el lienzo es un rico material para reutilizar en granolas,
galletas, trufas, quesos vegetales, tortas vivas y más.
También
podemos hacer interesantes leches vegetales con cereales como la quínoa, el
amaranto, la cebada o la avena.
A nivel gustativo, la posibilidad de experimentar con distintas semillas y sabores, es un beneficio nada
despreciable que permite evitar la monotonía, descubrir nuevos gustos,
sorprender y sorprendernos. En este sentido, las especias serán de gran ayuda,
digestiva y gustativa. Podemos emplear las clásicas (extracto natural de
vainilla, canela en polvo) o bien experimentar con sabores no convencionales
(cardamomo, clavo de olor, regaliz). Sugerimos agregar siempre unas gotas de
salmuera (sal de roca líquida), cuya presencia realza sabores y valores
nutritivos por el rico aporte de oligoelementos.
Pero las
especias no son los únicos acompañamientos enriquecedores para nuestras leches
vegetales. Podemos hacer uso de una batería de recursos de alta calidad
nutricional y buen sabor. Un ejemplo es la harina de algarroba, totalmente
soluble y asimilable, rica en azúcares naturales, con un exquisito sabor a
cacao y un alto contenido en fibra soluble; es el ingrediente ideal para
obtener deliciosas “chocolatadas” vegetales. Incluso el cacao amargo, aunque
nutricionalmente inferior a la algarroba, es también recomendable.
Otro
acompañamiento energizante y estimulante, es la raíz de maca en polvo. Este
tubérculo, llamado el “ginseng andino”, tiene muchas propiedades y debe usarse
con moderación debido a su alto efecto energético.
También
podemos usar algas en polvo (espirulina, kelp), que en baja dosis aportan un
excelente toque enriquecedor. Además de la harina de algarroba, otros
endulzantes recomendables para nuestras leches vegetales son la miel de abejas
y el azúcar mascabo.
También
podemos hacer uso de frutas, tanto frescas como deshidratadas (higos, pasa de
uvas, dátiles, peras, duraznos); en este último caso previo remojo en agua
tibia al menos 30-60 minutos.
El uso principal de las leches vegetales es
como bebida altamente nutritiva, y si bien resultan fáciles de digerir (aún por
estómagos delicados o ancianos), siempre vale la recomendación de no exagerar;
en general su poder saciante evita tal descontrol.
Se pueden
emplear en desayunos, meriendas o entre horas; siendo bebida ideal para bebes,
deportistas e intelectuales. También se prestan para interactuar con otros
alimentos: sirven para preparar el kéfir de leche, salsas como la clásica
bechamel, desayunos como el porridge o las granolas, licuados frutales o sopas
sustanciosas.
1.
Se dejan en
remojo un puñado de almendras (15 almendra aprox.) por 8/12 horas.
Almendras activadas, hinchadisimas!
3.
Se procesan
junto con 200 ml de agua (esto varía según como nos gusta la consistencia de la
leche). Se puede agregar algún endulzante como panela o frutos desecados,
también alguna especia como esencia de vainilla. Aconsejable ponerla en el
refrigerador unas horas o hacerla con agua fría.
¡¡¡A disfrutar!!!
¡¡¡A disfrutar!!!
gracias!!! muy buena, clara y concreta informacion!!
ResponderEliminarUn muy buen aporte, y muy bien explicado. Gracias y a probar. Enrique
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