domingo, 2 de marzo de 2014

Intercambio de energía a través del aparato digestivo: alimentos crudos



           ¿Te preguntaste alguna vez qué animal cocina sus alimentos? ¿Y desde cuando el hombre utiliza el fuego para cocinar? ¿Por qué algunos alimentos si no son cocinados, no los queremos comer? ... en fin ¿por qué comer alimentos crudos?
 
• Si nos detenemos a observar y analizar nuestro cuerpo físico encontraremos que estamos dotados de manos y dedos largos, de uñas planas, que nos permiten tomar los frutos de árboles. Nuestra boca, más pequeña y entrante que nuestra nariz, solo nos permite comer aquello que llevamos a la boca con nuestras manos, como las frutas y las semillas. Tenemos muelas planas y triturantes y un aparato digestivo diseñado para digerir sin dificultades solo frutas, vegetales y semillas en su estado natural, se deduce entonces que el hombre por su aparato digestivo, su dentadura y su aparato locomotor es FRUGIVORO, es decir que come frutas principalmente.

• Cuando incorporamos el alimento en su estado normal, incorporamos algo que está vivo, están vivas sus enzimas, sus vitaminas y demás nutrientes, volviéndose así más fácil y rápida su digestión, un alimento NUTRITIVO en su totalidad.

• Masticar los alimentos crudos nos permite saborearlos al máximo, lo que además asegurará la adaptación apropiada de los jugos digestivos que segreguemos según la naturaleza del alimento ingerido.

• Es muy común escuchar que necesitamos incorporar al día un mínimo de 2 litros de agua, resultaría interesante observar como al ir aumentado la cantidad de alimentos vivos la necesidad diaria de agua es mucho menor.

• El régimen crudo satisface más porque, comiendo menos se asimila mejor gracias a las enzimas vegetales vivas. En palabras de Marc Ams (en "El crudivorismo puede salvar tu vida") «Muchos piensan que comerse una fruta es insuficiente porque al rato de haberla comido sienten nuevamente hambre. En cambio un plato de frijoles o de carne deja satisfecha a la persona durante unas cuantas horas. Esto se explica porque las frutas y verduras se digieren rápido y sin esfuerzo, mientras que los frijoles o la carne obligan a un esfuerzo digestivo (sensación de plenitud). En este último caso hay un doble desgaste digestivo: por un lado toda la energía que se gasta en la laboriosa tarea digestiva y por el otro la energía que se pierde para eliminar los desechos tóxicos de esta digestión antinatural”.

• El uso del fuego sobre nuestros alimentos hace que los minerales dejen de ser orgánicos (pasan a ser inorgánicos y así difíciles de digerir), se forman moléculas ajenas al alimento original, se destruyen enzimas, vitaminas.

• Todo alimento cocido, exige un prolongado esfuerzo digestivo.

• La naturaleza nos dispuso de los órganos de los sentidos (gusto y olfato) para rechazar todo aquello que no nos conviene. Cotidianamente tendemos a engañar a esos guardianes del sistema digestivo mediante el uso del fuego, pero aquello no los convertirá en alimentos sanos e inocuos. Ejemplo: un plato crudo de pollo es difícil y poco apetitoso para comer, en cambio cocinado, es un plato muy común para muchos.
• Nuestro cuerpo es de la calidad de los alimentos que lo forman y mantienen. Así, una sangre nutrida por frutas crudas será fluida, vitalizada y alcalina, exenta de materias ácidas, pues aun las frutas más ácidas tienen reacción alcalina en la sangre. Son los ácidos provenientes de las fermentaciones pútridas del intestino provocadas por comer alimentos cocidos y mal combinados, los que acidifican la sangre, irritan, inflaman y congestionan los tejidos y órganos nobles de nuestro cuerpo, produciendo los trastornos catalogados con los diversos nombres con que se clasifican los síntomas o manifestaciones diversas de la única enfermedad que existe: impurificación de la sangre por mala nutrición y deficientes eliminaciones.

• A su vez es interesante traer a la reflexión el ahorro de energía que podemos obtener (gas, electricidad, combustible) como así también las toneladas de basura que evitaríamos producir.

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