jueves, 25 de septiembre de 2014

En facebook encontranos como Vivitos & CrudiAndo

Hola hola hermosos seres. Queríamos contarles algunas cositas que fueron pasando este tiempo que estuvimos ausentes por aquí.
Hemos regresado de nuestro viaje por Latinoamérica luego de un año conociendo nuestro hermoso continente americano. Y estamos actualmente viviendo en Argentina.
Aquí hemos comenzado un proyecto de alimentación consciente y medicina natural, con algunas de las herramientas que compartíamos aquí en el blog, pero con mucha info nueva enfocada a la alimentación viva.
La página en la que estamos compartiendo información, recetas y demás cosas es en Facebook: Vivitos & CrudiAndo. Aquí pueden ver también las diferentes fechas de nuestros talleres y pueden escribirnos para lo que deseen. Nosotros estamos a la orden para cualquier consulta y sugerencia. Es parte de nuestro rol en este camino tan hermoso que estamos recorriendo todos juntos.
Los abrazamos a cada uno cálidamente y les agradecemos su interés!!!
Laura y Toto.

vivitosycrudiando@gmail.com

miércoles, 7 de mayo de 2014

Desodorante casero, natural y económico


Receta de vital importancia si nos interesa controlar el olor del sudor axilar y mantener una buena depuración de toxinas.
 
El desodorante a diferencia del antitranspirante nos permite liberar toxinas a través de la transpiración, en este caso en las axilas. Lo que hace el desodorante es neutralizar el olor principalmente a través de la acción del glorioso BICARBONATO DE SODIO  que no bloquea la salida de toxinas por los poros axilares, así no oleremos mal y no acumularemos desechos en nuestro cuerpo.

Al usar un desodorante natural también evitaremos aplicarle a nuestro cuerpo metales como el aluminio, derivados del petróleo y fragancias artificiales. Nos ahorraremos unos buenos pesos y haremos nuestro aporte al cuidado de la naturaleza ¡¿¡por qué no probarlo?!?

Toto con su desodorante Reaxiona (y abandoná!) en el norte de Venezuela

La receta consiste en diluir a nuestro gran aliado el bicarbonato de sodio en una sustancia la cual es la que puede variar (por ejemplo aceite de oliva extra vírgen) para así formar una solución que no irrite la piel.

Aconsejamos utilizar los siguientes INGREDIENTES para obtener 100 ml de desodorante (cantidad que nos durara promedio un mes):
Los ingredientes, de todos utilizaremos muy poquito: Bicarbonato, lino, aceite extra virgen, lavanda y un frasquito.

Bicarbonato de sodio
Es el ingrediente que nos ayudará a neutralizar el aroma de la transpiración, ya que inhibe las bacterias que producen el mal olor. A su vez, si tenemos manchas en la zona axilar ayudará a blanquearlas. A su vez, el bicarbonato es el ingrediente principal que conserva el desodorante el que evita que se heche a perder. Y si se dispone de nevera (heladera), mejor guardar ahi nuestro desodorante (dura fuera  de la nevera 1 mes sin problemas, y en la nevera 2 meses).

Cantidad: dependerá de la tolerancia de cada persona, siempre hay que buscar la máxima tolerancia de bicarbonato para un mayor éxito en la formula. En nuestra experiencia varia la cantidad según sea para el hombre, que tendrá mayor cantidad y para la mujer irá con un poco menos, seguramente relacionado con los años de depilación que volvieron a la zona axilar más sensible.
Promedio usaremos 3 cucharadas de te colmadas de bicarbonato de sodio.
Si ves que con 3 cucharadas siguen existiendo algo de olor a transpiración, entonces
agrega una 4 cucharada.
Bicarbonato de sodio
Lino o linaza
Semilla rica en mucilagos (sustancia mucosa) que utilizado externamente es hidratante de la piel.
Cantidad: una cucharada sopera
Lino
Aceite:
Nosotr@s utilizamos aceite de coco extra virgen ya que aprovechamos que estamos en Venezuela y hay en cantidad, pero se puede utilizar cualquier aceite, prefiriendo que sea extra virgen (como aceite de oliva), también se puede utilizar manteca de cacao, cera de abeja o cera carnauba derritiéndolas a baño maría previamente. Estas sustancias mejoraran la hidratación de la zona a aplicar.

Cantidad: entre una y dos cucharadas grandes.

Aceite de coco
Lavanda o manzanilla:
Ambas dan aroma y aceites esenciales muy buenos para la piel.

Cantidad: una cucharada sopera.

PREPARACION:

1.      Preparamos la infusión de lavanda (o la planta que nos guste):
 Llevamos a hervor 100 ml de agua, retiramos del fuego y volcamos en una taza. Agregamos la cucharada sopera de lavanda y colocamos un plato sobre la taza para evitar que se evaporen los aceites esenciales.
Dejamos reposar unos minutos, retiramos el plato con cuidado que las gotitas que observamos en él vuelvan  a la taza.
Se filtra la infusión.

2.      Tomamos el lino y lo volcamos a la infusión para que se active. Dejamos reposar 10 minutos.
El lino activandose en agua de lavanda
3.      Llevamos esta mezcla a la licuadora, procesadora o mixer. Algún utensillo que triture bien el lino. Procesamos hasta que se rompan todas las semillitas.

4.      Filtramos la preparación ayudándonos de una cuchara, haciendo presión para extraer el material que queda en la semilla triturada, extraer hasta la última gotita!
Filtrando y presionando bien para aprovechar cada gota!
5.      Volvemos a colocar en el procesador y aquí agregamos el bicarbonato y el aceite. Mezclamos bien
.
6.      Llevamos la preparación a un frasco, si utilizamos aceite como el de oliva es importante que el frasco tenga un buen cierre, hermético sería ideal o un roll on de un desodorante anterior ya que la preparación es bastante líquida. Si utilizamos manteca de cacao, cera carnauba o aceite de coco nos quedara más sólida.
Detalle de la consistencia

Desodorante versión SIvea

A utilizar y compartir, cuidate y cuida los tuyos!

Desodorante RAZONA, la versión del gran Nico Langone (GRACIAS!)
y cual es tu versión?

sábado, 19 de abril de 2014

Descubriendo nuestra verdadera naturaleza alimentaria. Instinto alimentario.

Supongamos que se te entregara un animal bebé y tú no tuvieras idea qué es o qué se supone que coma. ¿Cómo sabrías tu qué se le debe dar de comer?
La respuesta es relativamente simple. Todo lo que tendrías que hacer es ofrecer a la criatura diferentes tipos de alimentos en un estado entero y natural. Aquello a lo cual fue diseñado para consumir, lo comerá. Seguro ignorará todos los otros artículos, ni siquiera considerándolos como comida. 
La misma técnica funcionaría con un niño humano. Pon al niño en un cuarto con un cordero y un plátano. Siéntate y observa con cuál decide jugar y cuál decide comer. Podemos estar bastante seguros del resultado. 

Intenta de nuevo con grasas contra frutas ofreciendo una variedad de nueces (naturales, crudas, sin sal), semillas, aguacates (paltas) o aceitunas por un lado y cualquier variedad de fruta dulce y fresca por el otro. De nuevo, podemos predecir de forma segura que el niño escogerá la fruta dulce. 



Pasemos por los distintos modos de alimentación y veamos un poco más..


















Carnívoros:

Los animales que viven de otros animales usualmente comen carne cruda, directamente del cadáver, con gozo. Los carnívoros consumen la mayor parte del animal, no solamente su carne, consumiendo tanto el tejido muscular como también los órganos y bebiendo gustosamente la sangre fresca y tibia a lengüetadas junto con otros fluidos corporales. Se deleitan en las entrañas y sus contenidos parcialmente digeridos. Inclusive aplastan, rajan y consumen los huesos más pequeños, sus médulas y cartílagos.
Los perros, por ejemplo, requieren mucho más calcio que los seres humanos, pues la carne animal es extremadamente formadora de ácido. El calcio (un mineral alcalino) en la sangre y los huesos compensan las sustancias ácidas de las carnes. También tienen requerimientos mucho mayores de proteína que los seres humanos. Cuando notas el vigor con el cual los perros devoran los animales enteros, puedes estar seguro que lo que los carnívoros requieren para su nutrición es bastante delicioso para ellos.
La mayoría de nosotros amamos a los animales como acompañantes en la Tierra. No salivamos ante la idea de aplastar la vida de un conejo con nuestras manos desnudas y dientes, y el pensamiento de comer uno en un estado recién muerto es bastante repugnante. Ciertamente no disfrutamos masticar huesos, cartílagos, entrañas o trozos de grasa cruda y carne, junto con el cabello y bichos que inevitablemente los acompañan. 

Algunos aspectos físicos para ayudarnos:

Garras: Nuestra carencia de garras hace que rasgar la piel o la carne dura sea extremadamente difícil. Poseemos uñas mucho más débiles y planas.

Largo intestinal: Nuestros tractos intestinales miden aproximadamente 12 veces el largo de nuestros torsos (alrededor de 9 metros). Esto permite la lenta absorción de azúcares y otros nutrientes solubles en agua de la fruta. En contraste, el tracto digestivo de un carnívoro es sólo 3 veces la longitud de su torso. Esto es necesario para evitar la putrefacción o descomposición de la carne adentro del animal. El carnívoro depende de secreciones altamente ácidas para facilitar la rápida digestión y absorción en su muy corto tubo. Aún así, la putrefacción de proteínas y la rancidez de grasas son evidentes en sus heces.

Tolerancia microbiana: La mayoría de los carnívoros pueden digerir microbios que serían mortales para los humanos, tal como aquellos que causan botulismo.

Tamaño de la porción: La fruta está a escala con nuestros requerimientos alimenticios. Cabe en nuestras manos. Unas pocas piezas de fruta son suficientes para hacer una comida, sin dejar desperdicios. Los carnívoros comen típicamente al animal entero cuando lo matan.

Vitamina C: Los carnívoros manufacturan su propia vitamina C. Para nosotros, la vitamina C es un nutriente esencial que debemos obtener de nuestros alimentos.

Movimiento de la quijada: Nuestra habilidad para moler nuestra comida es única de los consumidores de plantas. Los carnívoros no tienen movimientos laterales en sus mandíbulas.

Dentadura: Los molares de un carnívoro son puntiagudos y filosos. Los nuestros son primordialmente planos, para moler comida. Nuestros dientes “caninos” no tienen similitud con los verdaderos colmillos. Ni tampoco tenemos una boca llena de ellos, como la tienen los verdaderos carnívoros.

Tolerancia a la grasa: No manejamos adecuadamente más que pequeñas cantidades de grasa. Los consumidores de carne prosperan en una dieta alta en grasa.

pH de la saliva y orina: Todas las criaturas consumidoras de plantas (incluyendo a humanos sanos) mantienen su saliva y orina en un pH alcalino la mayor parte del tiempo. La saliva y orina de los animales consumidores de carne, son fluidos de pH ácido.

pH de la dieta: Los carnívoros prosperan en una dieta de alimentos que producen residuos ácidos, mientras que tal dieta es mortal para los humanos, propiciando el escenario para una amplia variedad de estados de enfermedad. Nuestros alimentos preferidos producen residuos alcalinos.

pH del ácido estomacal: El nivel de pH del ácido clorhídrico que los humanos producen en sus estómagos generalmente va de un rango de entre 3 a 4 o superior pero puede ser tan bajo como de 2.0. (0 = más ácido, 7 = neutral, 14 = más alcalino). El ácido estomacal de los gatos y de otros consumidores de carne puede estar en un rango de 1+ y usualmente está alrededor o un poco arriba de 2. Debido que la escala de pH es logarítmica, esto significa que el ácido estomacal de un carnívoro es al menos 10 veces más fuerte que aquel de un humano y puede ser 100 o hasta 1.000 veces más fuerte.

Uricasa: Los verdaderos carnívoros secretan una enzima llamada uricasa para metabolizar el ácido úrico en la carne. Nosotros no la secretamos y por tanto tenemos que neutralizar este ácido fuerte con nuestros minerales alcalinos, primordialmente calcio. Los cristales resultantes de urato de calcio son uno de los muchos patógenos del consumo de carne, en este caso elevando o contribuyendo a padecer de gota, artritis, reumatismo y bursitis.

Enzimas digestivas: Nuestras enzimas digestivas están diseñadas para una fácil digestión de fruta. Producimos tialina—también conocida como la amilasa de la saliva—para iniciar la digestión de fruta. Los animales carnívoros no producen tialina y tienen proporciones de enzimas digestivas completamente diferentes.

Metabolismo del azúcar: La glucosa y fructosa en las frutas sirven de combustible para nuestras células sin agobiar nuestro páncreas (a menos que consumamos una dieta alta en grasa).
Los carnívoros no manejan bien los azúcares. Son susceptibles a diabetes si consumen una dieta donde la fruta predomina.

Flora intestinal: Los humanos tienen colonias bacterianas diferentes (flora) viviendo en sus intestinos que aquellos encontrados en los animales carnívoros. Aquellos que son similares, tal como los lactobacilos y e. coli se encuentran en proporciones diferentes en los intestinos de los consumidores de plantas comparados con aquellos que son carnívoros.

Tamaño de hígado: Los carnívoros tienen hígados proporcionalmente más grandes que los humanos en comparación al tamaño de sus cuerpos.




Así que … ¿Qué tipo de “voros” somos nosotros?

Nuestros alimentos instintivos, los alimentos que nos ayudaron a desarrollarnos a nuestra magnificencia, contienen todo lo que necesitamos para prosperar. 
Tus instintos van a rechazar o abrazar cada alimento por sus propios méritos—esto es, su atractivo a nuestros sentidos y paladar—el único criterio que guiaba nuestra selección de alimentos en épocas pasadas.
Nuestra premisa es que la Naturaleza nos sirvió correctamente desde un inicio. Lo que era adecuado para nosotros entonces es todavía adecuado para nosotros ahora, dado que somos estructuralmente y fisiológicamente los mismos que fuimos durante la mayor parte de nuestro viaje como humanos en la naturaleza.

¿Somos herbívoros?

Los herbívoros, o vegetarianos, son consumidores naturales de productos verdes tales como pasto, hierba, hojas y tallos. Una definición más amplia de “vegetariano” incluye a cualquier persona que consume sólo alimentos derivados de plantas. Los alimentos vegetarianos típicos pueden incluir una preponderancia de frutas y verduras pero, en la práctica, la designación de vegetariano significa que uno come cualquier cosa y todo aquello aparte de carne animal.
¿Buscar en la naturaleza pasto, hierbas y hojas te parece atractivo? ¿Estos artículos te atraen a la vista, te son sugerentes a tu sentido del olfato y te excitan el paladar? Por supuesto que no, por la simple razón de que no pueden satisfacer tus necesidades. No secretas celulasa u otras enzimas que puedan romper estas plantas como lo hacen los herbívoros. Así pues tú no puedes derivar tu necesidad más apremiante de ellas—poniéndole nombre, azúcares simples—los cuales son el combustible primario del cuerpo. En vez de eso, el procesamiento y problemas causados por su ingestión ocasionan una pérdida neta de energía.
Los humanos sí consumen plantas del tipo de hojas verdes tales como lechuga, apio, espinaca y similares, así como también vegetales crucíferos más fibrosos (betabeles, brócoli, coliflor, repollo, acelgas, berza, y otras). Consumidas por si solas, como son presentadas por la naturaleza, estos vegetales duros son altos en fibra insoluble y así pues difíciles para que podamos digerirlos. A pesar de que podemos cultivar un gusto por ellos, en realidad sólo pueden tener un agrado moderado para nosotros.
Todos los vegetales proveen (en el grado que son digeridos) proteínas, algunos ácidos grasos esenciales, materia mineral, vitaminas, y algunos azúcares simples. Pero si obtenemos suficientes de estos nutrientes de nuestros alimentos naturales, entonces estos no son necesarios de plantas que no comemos crudas con un gozo entusiasta.
Así que la respuesta es sí—los humanos están equipados biológicamente para suplementar sus dietas con una amplia variedad de sustancias “vegetarianas” basadas en plantas. Aunque incluyamos vegetales en nuestras dietas, no somos primordialmente consumidores de vegetales por naturaleza. Y el amplio y divergente número de alimentos que comúnmente clasificamos como tales no son, ni aunque estiremos nuestra imaginación, nuestra fuente natural primaria e ideal de combustible o de otros nutrientes. Obviamente, nosotros no somos herbívoros.

¿Somos consumidores de almidones?

Los almidones pueden ser divididos en tres categorías generales: granos (semillas de pastos), raíces y tubérculos, y legumbres.
Granos. Las criaturas que consumen granos de forma natural, las cuales son las semillas de los pastos, son llamadas “granívoras.” Muchos pájaros en la naturaleza viven de las semillas de los pastos y hierbas. Incluidas entre las miles de semillas de pasto que existen en la naturaleza están el trigo, el arroz, la avena, el centeno y la cebada—todas las cuales los seres humanos desarrollaron como resultado de su maestría de la naturaleza sólo los últimos 10.000 años.
Por supuesto, en la naturaleza nosotros rechazaríamos todas las semillas de pasto como alimento. Primero, ellas crecen en una forma que no podemos ni masticar ni digerir. 
Pesadas en almidones, las semillas de los pastos tal como el trigo nos atragantaría si intentáramos consumir el equivalente de una a dos cucharadas (asumiendo que pudiéramos recolectarlas, y recordando que ellas tendrían sus cascarillas intactas, como tendríamos que comerlas en la naturaleza.) Además, comer una cucharada de harina cruda hecha de las semillas de cualquier grano de cereal también produciría una respuesta de atragantamiento debido a que es tan seco.
Así pues, a pesar de que la mayoría de la raza humana en el presente consume granos y almidones, podemos rechazarlos como el alimento humano natural. El hecho que las semillas de pasto ni nos atraen, ni nos son atractivas, ni nos despiertan algo en su estado natural crudo debería ampliamente indicarte que nosotros no éramos granívoros en la naturaleza antes de haber dominado al fuego. En vez de ser un deleite al paladar, estos alimentos de carbohidratos complejos en su estado natural son un lío tortuoso.

Raíces y tubérculos ricos en almidón.
Los animales que escarban y desentierran raíces y tubérculos están anatómicamente diseñados para esa tarea: tienen hocicos; los humanos no. Sin herramientas, los humanos son pobres excavadores. Además, no tenemos motivación para hacerlo, pues no hay alimentos bajo la tierra, en su estado natural, que agraden al paladar, y muy pocos existen que nuestros sistemas digestivos puedan siquiera manejar. Algunas raíces, especialmente los nabos, papas dulces, camotes, betabeles, zanahorias, chiviría y salsifí pueden ser consumidas crudas, aunque en la práctica hoy día, casi ninguna se come de esta forma.

Legumbres. Muy pocas criaturas aparte de pájaros y cerdos consumen legumbres de buena gana, dado que las legumbres en su estado maduro son indigeribles y/o tóxicas para la mayoría de los mamíferos. Para los humanos, las legumbres maduras crudas no son solamente desagradables al gusto, sino que bastante tóxicas. Simplemente no tenemos capacidad para consumirlas en su estado natural. 
Se ha hecho fama a las legumbres de ser excelentes fuentes de proteína, y su contenido proteínico es generalmente bastante alto. Los niveles altos de proteína no son necesariamente algo bueno, especialmente para los humanos, quienes parecen prosperar mejor en una dieta compuesta de menos de 10% de calorías provenientes de proteína. Tal como es en la carne, lácteos y huevos, la proteína en las leguminosas es rica en el aminoácido metionina, el cual contiene altas cantidades del mineral acídico sulfuro.
Los niveles de carbohidratos en las legumbres son también suficientemente altos para hacerlos difíciles de digerir debido a los altos niveles de proteína. Invariablemente, cuando se consumen legumbres, los humanos padecen gases, un indicativo de que sus procesos digestivos han sido comprometidos. La falta de vitamina C, un nutriente esencial para los humanos, también hace a las legumbres una muy pobre elección alimenticia.
Desde el punto de vista de sabor, nutrición, digestión y toxicidad, las legumbres simplemente no son una opción viable como alimento para los humanos.
Para digerir por completo los alimentos ricos en almidón—granos, raíces y tubérculos, y legumbres—un animal debe producir grandes cantidades de amilasas, enzimas encargadas de la digestión del almidón. Los granívoros, los excavadores de raíces, y los consumidores de legumbres secretan suficiente amilasa para digerir grandes cantidades de almidón. Si tú observas una vaca masticando heno, la amilasa de la saliva está goteando sobre el suelo. En contraste, el cuerpo humano produce la amilasa de la saliva (también llamada tialina) de fuerza extremadamente limitada y en cantidades relativamente pequeñas, es sólo suficiente para romper pequeñas cantidades de almidón, tales como las que se encontrarían en frutas que no están completamente maduras. El cuerpo también produce pequeñas cantidades de amilasa pancreática para una digestión del almidón algo limitada en los intestinos.


¿Somos lactantes de animales?

Yo dudo que los humanos hayan jamás mamado directamente del ganado, cabras, yeguas, camellos, ovejas y otros animales. Y, por supuesto, la idea de hacerlo es detestable y repugnante a nuestra disposición.
La práctica de beber leche animal como una parte regular de nuestra dieta adulta tiene solamente unos cuantos cientos de años de antigüedad. Antes de la llegada del motor de combustión, no era posible arar, sembrar y cosechar suficiente grano para que la mayoría de las familias pudieran sostener más de una vaca o dos. Dar leche de vaca a los niños en lugar de la leche materna es también una práctica relativamente nueva que data atrás sólo unos doscientos años.
Ciertos pueblos árabes y africanos han utilizado la leche animal por milenios, pero la cantidad utilizada era extremadamente pequeña. Es cierto que algunos pueblos, como los Masai, viven sustancialmente de leche y sangre, pero estos no son bajo ninguna circunstancia nuestros alimentos naturales. Ellos lo hacen principalmente por falta de otros alimentos fácilmente obtenibles.
Ningún otro animal en la naturaleza bebe la leche de otra especie; ellos saben instintivamente que la leche de sus madres es un alimento perfecto que sostiene el rápido crecimiento y provee la mezcla de nutrientes exacta que sus cuerpos en desarrollo requieren. No estamos más diseñados para la leche de vaca que para leche de cerdo, la de rata, la de jirafa.... o viceversa.
Beber leche es patogénico. Si la leche y los productos lácteos fueran descontinuados hoy, millones de personas cesarían de sufrir enfermedades y patologías en un corto período. 
Los humanos están ciertamente diseñados por naturaleza como lactantes —pero sólo por el primer par de años de vida, y sólo de la leche de su propia madre. 


¿Somos Nosotros Omnívoros—Esto Es, Todo lo Anterior?


Por supuesto, los humanos son omnívoros en práctica, con la ayuda de estufas, condimentos, estimulantes del paladar, sazonadores que camuflan, especias y demás. Pero, en la naturaleza, no podríamos más que consumir alimentos de temporada y tendríamos que comerlos en su estado crudo basados en su efecto en nuestro paladar. Sin herramientas, tecnología, empaquetamiento ni contenedores, y sin agentes que enmascaran el sabor, pronto perderíamos todas nuestras tendencias omnívoras en el mundo natural real... y la fruta jugosa y dulce nos parecería mejor y mejor cada día.

¡Somos frugívoros!

En la naturaleza, los humanos serían frugívoros solamente. Un frugívoro es una criatura que vive principalmente de frutas, incorporando también verdes tiernos. (Esto incluye las frutas no dulces con semilla que generalmente llamamos vegetales, tales como tomates, pepinos, pimientos, okra, zucchini y otras calabazas, y berenjenas.) Como todos los animales, podemos en efecto sobrevivir (aunque menos exitosamente) con una amplia variedad de comidas. No obstante, nuestros cuerpos fueron diseñados para prosperar en una dieta de frutas principalmente.
Nutricionalmente, la fruta se acerca más a satisfacer todas nuestras necesidades (incluyendo, por supuesto, nuestro deseo de alimento sustancial, exaltante y delicioso) que cualquier otra comida, tal como la carne para un carnívoro. Las frutas están repletas con los nutrientes que nuestros cuerpos requieren—en las proporciones que los necesitamos. Sí, algunos vegetales y otras comidas pueden tener “más” de un nutriente particular o clase de nutrientes, pero las frutas tienden a contener los tipos y cantidades de nutrientes que nuestros cuerpos requieren. Más no significa mejor.


Los humanos buscan lo dulce por naturaleza, diseñados para consumir frutas dulces. Las papilas gustativas en las puntas de nuestras lenguas reconocen sabores dulces. La mayoría de nosotros estamos atraídos a frutas dulces en su estado crudo, sin importar qué más nuestra cultura y circunstancias nos dispongan a consumir.
Cuando están maduras, las frutas convierten sus componentes de carbohidratos en glucosa y fructosa, azúcares simples que podemos utilizar sin digestión adicional. Las enzimas en la fruta convierten las proteínas en aminoácidos y las grasas en ácidos grasos y gliceroles. Así, cuando comemos frutas, todo lo que necesitamos hacer es saborear sus bondades.



Nuestros sentidos lo confirman

Imagina por un momento que tú estás a punto de comer alguna deliciosa pieza de fruta—tal vez una uva, durazno, melón, plátano, manzana, ciruela, naranja, mango, higo, o mora... tu escoge la variedad. Imagina sostener la fruta en tu mano, admirando su belleza. La acercas a tu nariz y hueles su dulce y distintiva fragancia. Te tienta dar una mordida, pero primero aprecias la fruta en tu mente sólo un poco más, incrementando el placer. En este punto, debe estar haciéndose agua la boca (salivando). La fruta no requiere preparación; es un producto terminado, listo para ser consumido exactamente tal como la naturaleza lo preparó. Para los humanos, las frutas atraen la vista, agradan nuestro sentido del olfato, y saben divino en su estado maduro, natural y crudo.
Ahora, intenta lo mismo nuevamente, esta vez imagina un campo de trigo, o un rebaño de ganado, o aves en vuelo. ¿Se te hace agua la boca? Cuando están obligados a imaginar por ellos mismos el acto de recolectar alimentos en la naturaleza, inclusive aquellos que vehementemente cuestionan la disposición frugívora del hombre tienen que admitir que ellos escogerían pocas cosas que no fueran frutas. Esto no significa que nosotros debamos comer frutas total y exclusivamente en nuestras circunstancias presentes, pero sí significa que, en la naturaleza, las frutas serían una mayoría abrumadora de nuestras elecciones alimenticias.


Fuente: Dr. Douglas en "La dieta 80/10/10"

Para aquel que le interesa el libro, acá dejamos el link para descargarlo:


Luego de ver este maravillos relato de Douglas, pasamos a ver un poco a las preciadas FRUTAS en la siguiente entrada:

ReciclArte, cajones de verdura

Cajones que se limpian, se lijan y se les da el toque final con lo que quieras: pintura, revistas, diarios,
servilletas, stencill ... cajones que muchas veces vemos en las veredas, tirados, acumulándose!


Las imágenes son unas de las tantas ideas hermosas que pueden surgir al reciclar un simple cajón de verdura!





Te animás??

(( (Gracias María Delia) ))
















ReciclArte, tapitas plásticas

Tapitas plásticas decorando las mesas de un barcito en Barú, Colombia

Detalle

viernes, 18 de abril de 2014

ReciclArte, colillas de cigarrillos


Colillas de cigarrilos, para comenzar a tomar conciencia. En el Parque Nacional Tayrona, Colombia
Colillas de cigarros. Parque Nacional Tayrona